La próxima vez

Leonardo Camargo Forero
2 min readAug 15, 2020

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Se ha hablado mucho de las almas gemelas, de aquellos seres con los cuales hemos compartido momentos en el pasado, en un pasado previo a nuestro nacimiento. No puede explicarse con palabras y si así fuese, su magia perdería sentido. La magia, aún más especial, cuando entre aquellos conocidos, destaca uno, uno que no puede categorizarse solo como alma gemela, sino como flama gemela. La otra parte de nuestra alma que vaga incompleta por la historia, igual que nosotros mismos, hasta que, en aquel momento inesperado, el universo se confabula para mover sus cimientos y poner en el mismo lugar, y, al mismo tiempo a aquellas dos partes que se han cansado
de extrañarse.

Y así fue, para aquellos amantes, un día de primavera, en un momento de tristeza conjunta. Las palmas sudaron, las pupilas se dilataron, los corazones se sobresaltaron, ignorantes de cualquier lógica que pudiese explicar remotamente aquella sensación de familiaridad, de deseo, aquel deseo
incontrolable de amarse de todas las maneras, con aquel desconocido tan conocido.

Los días pasaron en éxtasis, un café no era sólo un café, un beso, no era sólo un beso, el amor que antes creían conocer, no pudo definir la profundidad de sus miradas o la electricidad incontrolable en sus caricias. Y el tiempo se detuvo, como nunca lo hace cuando somos felices, el tiempo les regaló
la eternidad en pocos momentos.

El tiempo les regaló su deseo más profundo, aquel reencuentro añorado vida tras vida, aquel deseo de encontrar a alguien que no recuerdas, a alguien que la muerte te ha hecho olvidar. Y así, el universo le recordó al tiempo, que no puede entrometerse con el amor eterno y el tiempo le respondió: viejo amigo, no, no puedo, pero puedo enseñarles lo que tanto deseas, enseñarles que
nada está nunca perdido, pero nada puede ser encontrado para siempre, puedo enseñarles que aún lo más deseado debe partir, puedo enseñarles que ningún tiempo es eterno.

Y así fue, el tiempo dejó de detenerse y aceleró hasta detener los besos, hasta detener las caricias y cerrar todos los cafés, hasta traer los enemigos del pasado. Se confabuló con el miedo y les mostró todo aquello que se negaron a aceptar, todo aquello que intentaron conservar. Ninguno lo entendió,
ninguno pudo responder a aquella pregunta, ¿qué pasó? Eran tan felices.

Y así siguieron su camino, ignorantes del porqué, y, así continuaron extrañándose. De nuevo la muerte les recordó que deben olvidar, para que puedan sentir de nuevo aquella electricidad, aquel deseo incontrolable por aquel desconocido tan conocido. Una y otra vez, a través de la historia. ¿Porqué? Le preguntaron los amantes al universo. Y cuando este vio en sus ojos la pregunta noble y el alma lista, les respondió, la próxima vez.

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Leonardo Camargo Forero

CEO@UbiHPC — www.ubihpc.com. HPC/HPRC architect. Ph.D in Aerospace Science and technology , science fiction writer, entrepreneur