Ahí estás
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Estás en las gotas de agua, cuando me ducho, cuando llueve, cuando lloramos. Estás en cada célula, en cada hebra de ADN, en cada reacción química, en cada sinapsis, en cada descarga de hormonas, aquellas que emocionan, aquellas que destruyen.
Estás en cada árbol, en cada hoja, en cada tallo, en cada patrón repitiéndose a sí mismo, desde aquello ínfimo hasta aquello magnánimo. Estás en Sophie, Dante y Tita, en sus ladridos y maullidos, en sus peleas y sus cariños. Estás en mi madre y la tuya, estás en todas las madres, los padres, los hermanos, estás en aquellos que amamos y aquellos que nos lastimaron, estás en aquellos que lastimamos.
Estás en cada nota musical y también en cada canción, en aquellas que nos conmueven y nos recuerdan lo que perdimos, aquellas que inspiran lo que deseamos, aquellas que hacen mover nuestro cuerpo y nos llevan a la magia, aquellas que tensan las hebras de nuestras almas, de nuestro corazón, aquellas que transcienden las épocas y aquellas que solo escuchamos una vez, estás en su traducción, su matemática, su encanto.
Estás en nuestra rabia, en aquellos días que la frustración y la duda nos obligan a lastimarnos. Estás en nuestra tristeza, en nuestra incapacidad de dejar ir, de olvidarnos de la voz incesante en nuestra mente, reclamando satisfacción. Estás en nuestro silencio, en el pensamiento y en su ausencia, en la risa y en la alegría, en la paz de saberse cada vez más libre, de amarse un poco más, de amar a los demás mucho mejor. Estás en nuestros errores y en nuestra compasión, estás en el perdón, estás en cada emoción, en cada ausencia, en cada momento de caos, en cada momento de paz.
Ahí estás, no te pongo un nombre pues no creo que lo tengas, o un género. No te clasifico de ninguna manera, pues jamás podría definirte, no te encuentro en un dogma u otro, pues no hay lógica humana capaz de enjaularte o poseerte. No te pongo un nombre pero en mis palabras estás, en mis dedos tocando estas teclas mientras escribo este poema, en mi pensamiento de aquellos que extraño y aquellos con los que comparto. Estás en todos lados y en ningún lado, pues no me atrevo a describirte con opuestos, no me atrevo a concluir nada de ti, solo sé que ahí estás y solo para apaciguar mi mente, te llamo de una manera que sé que no te representa, pero ahí estás, Dios.